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El Papa Francisco explica el Triduo Pascual en su catequesis

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(RV).- (Actualizado con voz del Papa) Ante miles de peregrinos reunidos en la plaza de San Pedro, el Obispo de Roma explicó con detalle el Triduo Pascual y pidió al Señor que “nos conceda a todos participar plenamente en el misterio de su muerte y resurrección haciendo nuestros sus propios sentimientos”.

Al inicio de su catequesis, el Papa Francisco recordó que el Triduo Pascual comienza el jueves Santo con la celebración de la Última Cena “en la que Jesús ofreció, con el Pan y el Vino, su Cuerpo y su Sangre al Padre, y nos mandó perpetuar esta ofrenda en conmemoración suya”.

Sobre el gesto de lavar los pies, el Papa destacó que es “expresión de esa misma entrega como servicio a Dios y a los hermanos” y añadió que en el Bautismo “la gracia de Dios nos ha lavado del pecado” y que en cada Eucaristía “nos interpela a seguir el mandamiento de su amor”.

Asimismo, el Papa señaló que en el viernes Santo recordaremos las palabras de Jesús en la Cruz: «Está cumplido» y explicó que “el sacrificio del Cordero inmolado, que transforma la mayor iniquidad en un acto supremo de amor, lleva a término el plan de salvación contenido en las Escrituras”.

“Nuestra vida refleja este amor perfecto, cuando ofreciéndola por los demás, como Jesús nos enseñó, lo hacemos presente en medio de su pueblo”, precisó el Pontífice.

Durante el sábado Santo, el Papa explicó que “contemplaremos el descanso de Jesús en el sepulcro” y junto a María, su madre, “mantendremos encendida la llama de la fe y de la esperanza”.

Por último, el Obispo de Roma recordó que en la Vigilia Pascual“celebraremos al Resucitado, centro y fin de la creación y de la historia, en la alegre esperanza de su retorno” y concluyó que “la piedra del dolor será removida por el resplandor de la resurrección, que ilumina nuestro presente y nuestro futuro”.

Para Radio Vaticano, MTC.

Síntesis de la catequesis del Papa en español

 

Queridos hermanos y hermanas:

Mañana comienza el Triduo Pascual que se abre con la celebración de la Última Cena, en la que Jesús ofreció, con el Pan y el Vino, su Cuerpo y su Sangre al Padre, y nos mandó perpetuar esta ofrenda en conmemoración suya. El gesto de lavar los pies es expresión de esa misma entrega como servicio a Dios y a los hermanos. En el Bautismo, la gracia de Dios nos ha lavado del pecado, y cada Eucaristía nos interpela a seguir el mandamiento de su amor. El Viernes Santo recordaremos las palabras de Jesús en la Cruz: «Está cumplido». El sacrificio del Cordero inmolado, que transforma la mayor iniquidad en un acto supremo de amor, lleva a término el plan contenido en las Escrituras. Nuestra vida refleja este amor perfecto, cuando ofreciéndola por los demás, como Jesús nos enseñó, lo hacemos presente en medio de su pueblo. El Sábado Santo, contemplaremos el descanso de Jesús en el sepulcro. Junto a María, mantendremos encendida la llama de la fe y de la esperanza. Y a la tarde, en la Vigilia Pascual, celebraremos al Resucitado, centro y fin de la creación y de la historia, en la alegre esperanza de su retorno. La piedra del dolor será removida por el resplandor de la resurrección, que ilumina nuestro presente y nuestro futuro.

Saludo cordialmente a los peregrinos de lengua española, en particular a los muchos jóvenes, así como a los grupos provenientes de España, México, Ecuador, Argentina y otros países latinoamericanos. Que el Señor nos conceda a todos participar plenamente en el misterio de su muerte y resurrección haciendo nuestros sus propios sentimientos. Muchas gracias.

TEXTO COMPLETO DE LA CATEQUESIS DEL PAPA

El Triduo Pascual (Actualizado con voz del Papa)

 

Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!

Mañana es Jueves Santo. En la tarde, con la Santa Misa “en la Cena del Señor” iniciará el Triduo Pascual de la pasión, muerte y resurrección de Cristo, que es el culmen de todo el año litúrgico y también el culmen de nuestra vida cristiana.

El Triduo se abre con la conmemoración de la Última Cena. Jesús, en la vigilia de su pasión, ofreció al Padre su Cuerpo y su Sangre bajo las formas del pan y del vino y, donándolos como alimento a los apóstoles, les ordenó que perpetuaran la ofrenda en su memoria. El Evangelio de esta celebración, recordando el lavatorio de los pies, expresa el mismo significado de la Eucaristía bajo otra perspectiva. Jesús – como un siervo – lava los pies de Simón Pedro y de los otros once discípulos (cfr. Jn 13,4-5).

Con este gesto profético, Él expresa el sentido de su vida y de su pasión, como servicio a Dios y a los hermanos: “Porque el mismo Hijo del hombre no vino para ser servido, sino para servir” (Mc 10,45). 

Esto sucedió también en nuestro Bautismo, cuando la gracia de Dios nos ha lavado del pecado y nos hemos revestido de Cristo (cfr. Col 3,10). Esto sucede cada vez que realizamos el memorial del Señor en la Eucaristía: hacemos comunión con Cristo Siervo para obedecer a su mandamiento, aquel de amarnos como Él nos ha amado (cfr. Jn 13,34; 15,12). Si nos acercamos a la Santa Comunión sin estar sinceramente dispuestos a lavarnos los pies los unos a los otros, no reconocemos el Cuerpo del Señor. Es el servicio de Jesús donándose a sí mismo, totalmente.

Después, pasado mañana, en la liturgia del Viernes Santo, meditamos el misterio de la muerte de Cristo y adoramos la Cruz. En los últimos instantes de vida, antes de entregar el espíritu al Padre, Jesús dijo: “Todo se ha cumplido” (Jn 19,30). ¿Qué significa esta palabra, que Jesús diga: “Todo se ha cumplido”? Significa que la obra de la salvación está cumplida, que todas las Escrituras encuentran su pleno cumplimiento en el amor de Cristo, Cordero inmolado. Jesús, con su Sacrificio, ha transformado la más grande iniquidad en el más grande amor.

A lo largo de los siglos encontramos hombres y mujeres que con el testimonio de su existencia reflejan un rayo de este amor perfecto, pleno, incontaminado. Me gusta recordar un heroico testigo de nuestros días, Don Andrea Santoro, sacerdote de la diócesis de Roma y misionero en Turquía. Unos días antes de ser asesinado en Trebisonda, escribía: “Estoy aquí para habitar en medio de esta gente y permitir hacerlo a Jesús, prestándole mi carne… Nos hacemos capaces de salvación sólo ofreciendo la propia carne. El mal del mundo hay que llevarlo y el dolor hay que compartirlo, absorbiéndolo en la propia carne hasta el final, como lo hizo Jesús”. (A. Polselli, Don Andrea Santoro, las herencias, Città Nuova, Roma 2008, p. 31). Que este ejemplo de un hombre de nuestros tiempos, y tantos otros, nos sostengan en el ofrecer nuestra vida como don de amor a los hermanos, a imitación de Jesús. Y también hoy hay tantos hombres y mujeres, verdaderos mártires que ofrecen su vida con Jesús para confesar la fe, solamente por aquel motivo. Es un servicio, servicio del testimonio cristiano hasta la sangre, servicio que nos ha hecho Cristo: nos ha redimido hasta el final. ¡Y es éste el significado de aquella frase “Todo se ha cumplido”!

Qué bello será que todos nosotros, al final de nuestra vida, con nuestros errores, nuestros pecados, también con nuestras buenas obras, con nuestro amor al prójimo, podamos decir al Padre como Jesús: ¡“Todo se ha cumplido”! Pero no con la perfección con la que lo dijo Jesús sino decir: “Señor, he hecho todo lo que podía hacer”. ¡“Todo se ha cumplido”! Adorando la Cruz, mirando a Jesús, pensemos en el amor, en el servicio, en nuestra vida, en los mártires cristianos. Y también nos hará bien pensar en el fin de nuestra vida. Ninguno de nosotros sabe cuándo sucederá esto, pero podemos pedir la gracia de poder decir: “Padre, he hecho todo lo que podía hacer”. ¡“Todo se ha cumplido”!

El Sábado Santo es el día en el cual la Iglesia contempla el “reposo” de Cristo en la tumba después del victorioso combate en la Cruz. En el Sábado Santo, la Iglesia, una vez más, se identifica con María: toda su fe está recogida en ella, la primera y perfecta discípula, la primera y perfecta creyente. En la oscuridad que envuelve la creación, Ella se queda sola para tener encendida la llama de la fe, esperando contra toda esperanza (cfr. Rm 4,18) en la Resurrección de Jesús.

Y en la grande Vigilia Pascual, en la cual resuena nuevamente el Aleluya, celebramos a Cristo Resucitado, centro y fin del cosmos y de la historia; vigilamos plenos de esperanza en espera de su regreso, cuando la Pascua tendrá su plena manifestación.

A veces, la oscuridad de la noche parece que penetra en el alma; a veces pensamos: “ya no hay nada más que hacer”, y el corazón no encuentra más la fuerza de amar…Pero precisamente en aquella oscuridad Cristo enciende el fuego del amor de Dios: un resplandor rompe la oscuridad y anuncia un nuevo inicio, algo comienza en la oscuridad más profunda. Nosotros sabemos que la noche es más noche y tiene más oscuridad antes que comience la jornada. Pero, justamente, en aquella oscuridad está Cristo que vence y que enciende el fuego del amor. La piedra del dolor ha sido volcada dejando espacio a la esperanza. ¡He aquí el gran misterio de la Pascua! En esta santa noche la Iglesia nos entrega la luz del Resucitado, para que en nosotros no exista el lamento de quien dice “ya…”, sino la esperanza de quien se abre a un presente lleno de futuro: Cristo ha vencido la muerte y nosotros con Él. Nuestra vida no termina delante de la piedra de un Sepulcro, nuestra vida va más allá, con la esperanza al Cristo que ha resucitado, precisamente, de aquel Sepulcro. Como cristianos estamos llamados a ser centinelas de la mañana que sepan advertir los signos del Resucitado, como han hecho las mujeres y los discípulos que fueron al sepulcro en el alba del primer día de la semana.

Queridos hermanos y hermanas, en estos días del Triduo Santo no nos limitemos a conmemorar la pasión del Señor sino que entremos en el misterio, hagamos nuestros sus sentimientos, sus actitudes, como nos invita a hacer el apóstol Pablo: “Tengan en ustedes los mismos sentimientos de Cristo Jesús” (Fil 2,5). Entonces la nuestra será una “buena Pascua”.

 

(Traducción del italiano: María Cecilia Mutual – RV) – FUENTE: Radio Vaticano

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Iglesia

El Papa León XIV nombra a la Superiora General de las Hermanas Hospitalarias miembro del Dicasterio para la Vida Consagrada

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(Roma, 25 de junio de 2025). El Papa León XIV nombró varios miembros del Dicasterio para los Institutos de Vida Consagrada y las Sociedades de Vida Apostólica.

Este organismo de la Curia romana es responsable de acompañar, animar y regular la vida consagrada en sus múltiples formas, reconociendo en ella una riqueza esencial para la vitalidad de la Iglesia.

Entre las cinco superioras generales nombradas, está la Superiora General de las Hermanas Hospitalarias del Sagrado Corazón de Jesúshermana Idília Maria Carneiro.

Sor Idília espera estar a la altura de la misión confiada. Agradece, en nombre de la Congregación, al Papa León XIV, a sor Simona Brambilla, M.C., Prefecta del Dicasterio para los Institutos de Vida Consagrada y las Sociedades de Vida Apostólica y al Cardenal Ángel F. Artime, S.D.B., Pro-Prefecto, la confianza recibida para esta colaboración al servicio de la Iglesia y de la Vida Consagrada.

Una voz hospitalaria para toda la Iglesia

La incorporación de la hermana Idília Maria Carneiro, HSC, al Dicasterio para la Vida Consagrada representa un motivo de gratitud y alegría para toda la familia hospitalaria.

Con este gesto, el Papa León XIV reafirma el papel fundamental de la vida consagrada en la Iglesia y en las periferias del mundo, destacando su capacidad de encarnar el Evangelio allí donde la dignidad humana es más frágil. Desde el carisma hospitalario la presencia y el cuidado a las personas con sufrimiento psíquico.

Sobre la Hermana Idília Maria Carneiro, HSC

Idília María Carneiro nació en Mozambique en 1966 e ingresó en la Congregación de Hermanas Hospitalarias en 1984. Es Licenciada en Trabajo Social por el Instituto Superior de Servicio Social de Lisboa. Posee un Máster en Espiritualidad y Ética en la Salud, y un Postgrado en Gestión de Recursos Humanos.

A lo largo de su vida religiosa, ha desempeñado diferentes servicios hospitalarios, en el ámbito de la gestión, gobierno y animación y el acompañamiento de la misión hospitalaria. Entre sus responsabilidades más destacadas se encuentra su servicio como Superiora Provincial y Vicaria Provincial en la Provincia de Portugal.

La participación de la hermana Idília en el Dicasterio será una oportunidad para seguir compartiendo la riqueza del carisma hospitalario al servicio de toda la Iglesia.

Press Kit

Acerca de la Congregación de las Hermanas Hospitalarias del Sagrado Corazón de Jesús
La Congregación de Hermanas Hospitalarias del Sagrado Corazón de Jesús es una institución católica femenina que trabaja en la acogida, asistencia y cuidado de personas con enfermedad mental, discapacidad intelectual y otras enfermedades, con preferencia por los más necesitados. Su misión es evangelizar el mundo de la salud, a través de la promoción de obras sanitarias, sociales y educativas, otorgando la máxima prioridad a su compromiso con la sociedad. Hermanas Hospitalarias fue fundada en Madrid (España) en 1881, por San Benito Menni, sacerdote de la Orden de San Juan de Dios, junto con María Josefa Recio y María Angustias Giménez, elegidos por Dios para dar respuesta a la situación de abandono sanitario y exclusión social de las mujeres con enfermedad mental de la época, aunando dos criterios fundamentales: caridad y ciencia. Más información: https://www.hospitalarias.org

Contacto de prensa:
Florencia Falcone; +34 644 674 798; florencia.falcone@lamachi.com

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Noticias

Se eligió al Papa que necesitamos para este tiempo

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El P. Miguel Fritz OMI, actual Administrador Apostólico del Vicariato del Pilcomayo, dijo que el nuevo Papa León XlV, es el pontífice que necesitamos para este tiempo. Es un hombre que va a crea un equilibrio entre las diferentes tendencias que existen del de la Iglesia Católica. Unirá en su persona tantas culturas y diversas experiencias, Además tiene un corazón latinoamericano, destacó.

Robert Francis Prevost Martínez, el Papa León XlV, se identifica con las causas sociales. Sabe por experiencia propia, lo que significa dejar la patria en busca de otros horizontes, a pesar de las restricciones en algunos países.

Mencionó que su primera alocución, el Papa León XlV hizo entender el rumbo que guiará su misión al frente de la Iglesia Católica.

El P. Miguel Fritz, nombrado por el Papa Francisco obispo para el Vicariato Apostólico del Pilcomayo, fue publicado el 15 de abril pasado y recibirá la ordenación episcopal el 14 de julio próximo, en la Catedral Santa María de la ciudad de Mcal. Estigarribia, Dpto. de Boquerón

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Iglesia

Paraguay: el Papa nombra vicario apostólico de Pilcomayo

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2013.03.14 Papa Francesco firma un documento

Paraguay: el Papa nombra vicario apostólico de Pilcomayo

Se trata del Padre Miguel Fritz, Oblato de María Inmaculada, quien hasta ahora se desempeñaba como Administrador Apostólico de la misma jurisdicción eclesiástica.

Vatican News

El Papa Francisco ha nombrado al sacerdote Miguel Fritz, de la congregación de los Misioneros Oblatos de María Inmaculada (O.M.I.), como nuevo Vicario Apostólico del Vicariato Apostólico de Pilcomayo, en Paraguay. Lo informa la Oficina de Prensa de la Santa Sede a través de su boletín diario, publicado este martes 15 de abril de 2025. La noticia ha sido replicada por la Conferencia Episcopal Paraguaya en sus redes sociales.

Hasta ahora, el padre Fritz se desempeñaba como Administrador Apostólico del mismo vicariato.

Nacido el 10 de mayo de 1955 en Hannover, Alemania, el nuevo vicario apostólico cursó estudios de Teología en la Universidad Gutenberg de Mainz y obtuvo una Licencia en Antropología en la Universidad Politécnica Salesiana de Quito, Ecuador. Emitió sus votos perpetuos en 1980 y fue ordenado sacerdote el 28 de mayo de 1981.

A lo largo de su vida misionera, el padre Miguel Fritz ha desempeñado diversos servicios pastorales y de liderazgo en Alemania, Paraguay y Roma. Entre sus principales cargos figuran: vicario parroquial en Gelsenkirchen (1981-1984) y en la Diócesis de Villarrica del Espíritu Santo (1985-1987), formador en la Casa de Formación de los O.M.I. en Asunción (1987-1988), y vicario parroquial en Santa María, dentro del Vicariato de Pilcomayo (1988-1994).

Fue también vicario general y párroco en el mismo vicariato (1995-2006), superior provincial de los Oblatos en Paraguay (2007-2010), y miembro del Consejo General de los O.M.I. en Roma (2010-2016). Desde 2016 hasta 2022 fue nuevamente vicario general en Pilcomayo y párroco de San Leonardo. En 2022 fue designado Administrador Apostólico del vicariato, responsabilidad que ha ejercido hasta la fecha de su nombramiento oficial como vicario apostólico.

El Vicariato Apostólico de Pilcomayo abarca una amplia región del Chaco paraguayo y atiende pastoralmente a comunidades indígenas y rurales, en una zona de gran diversidad cultural y desafíos sociales.

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